¿Cuál es la vía más productiva de cara a maximizar mis opciones laborales futuras? ¿Debo dirigir mi perfil a un ámbito específico o es más conveniente abarcar un aura de conocimiento más generalizada? Estas son las preguntas que a día de hoy se plantean millones de personas en relación a su formación.
Podríamos ver la situación recurriendo a un ejemplo en el ámbito empresarial. Pongamos que hay dos familias que han dedicado su vida a la fabricación de turrones:
La familia SanJosé siempre ha fabricado turrón con almendras. Nunca han pensado en ampliar su gama de productos ya que eso traería consigo la necesidad de estudiar otro tipo de mezclas, ingredientes, hacer un estudio de mercado para conocer los gustos actuales del cliente…en definitiva, prefieren dedicar sus esfuerzos a descubrir nuevas formas de mejorar su producto estrella, que a pesar de contar con menos demanda es rentable ya que por su calidad y exclusividad pueden venderlo más caro.
La familia DeMaría siempre ha tenido gusto por la innovación. Son famosos por la gran variedad de sabores de sus turrones. Continuamente investigan las tendencias y tratan de sacar nuevos productos que satisfagan al mercado. Su cartera de clientes es más amplia debido a su mayor variedad, pero saben que su calidad aunque es buena no es extraordinaria, no han encontrado la fórmula perfecta. Por tanto el precio de sus productos es menor, pero debido al mayor número de ventas su empresa también es rentable.
Cuando optamos por la vía de la especialización conseguimos una mayor profundidad de conocimientos en un sector más restringido. Esto trae consigo mayor capacidad de adaptación dentro de dicho sector y una gran capacidad para adaptarse al entorno laboral. Nuestro trabajo al ser especializado se convierte en una práctica que tiende a la excelencia y nos permite una mayor competitividad.
Si decidimos dirigirnos a la amplitud de la diversificación abarcaremos mayor número de posibilidades laborales, y nuestras opciones de empleo no se verán tan afectadas si el sector en el que desempeñamos nuestra labor está económicamente perjudicado. Pero esto puede derivar en capacidad de adaptación más lenta, menor conocimiento de los medios disponibles, y mayor fragilidad en la estabilidad laboral.
¿Qué podemos hacer entonces? Como todo en la vida lo ideal es encontrar un equilibrio, siempre teniendo en cuenta nuestras posibilidades y características personales. Tener claro si nuestra adaptación a distintos sectores laborales es alta o baja, qué cosas se nos dan mejor o peor, nuestros gustos personales, si somos capaces de permanecer en un entorno laboral más limitado o si preferimos dar rienda suelta a nuestras inquietudes y no atarnos a un puesto concreto.
Es imprescindible que analicemos nuestras circunstancias y en base a ello tratar de encontrar la mejor opción, la que se ajuste más a lo que buscamos. Lo que no se nos debe olvidar nunca es que la clave para convertirnos en una pieza fundamental para la empresa es el continuo aprendizaje, encontrar los conocimientos y herramientas adecuados que hagan nuestra labor más fácil y nos convierta en personas resolutivas y eficientes.
Y vosotros, ¿qué opción preferís?
